martes, 17 de enero de 2012

COMENTARIO LITERARIO
Libro de Buen Amor (Juan Ruiz, arcipreste de Hita)
Episodio de Don Melón y doña Endrina

¡Ay, Dios, cuán hermosa viene doña Endrina por la plaza!
¡Ay, qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza!
¡Qué cabellos, qué boquita, qué color, qué buenandanza!
Con saetas de amor hiere cuando los sus ojos alza.

Pero tal lugar no era para conversar de amores;
acometiéronme luego muchos miedos y temblores,
los mis pies y las mis manos no eran de sí señores,
perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores.

Unas palabras tenía pensadas para le decir,
la vergüenza ante la gente otras me hace proferir;
apenas era yo mismo, sin saber por dónde ir;
mis dichos y mis ideas no conseguían seguir.

Hablar con mujer en plaza es cosa muy descubierta
y, a veces, mal perro atado está tras la puerta abierta;
es bueno disimular, echar alguna cubierta,
pues sólo en lugar seguro se puede hablar cosa cierta.

-"Señora, la mi sobrina, la que en Toledo vivía
a vos se encomienda mucho, mil saludos os envía;
si hubiese lugar y tiempo, por cuanto de vos oía,
tendría placer en veros y conoceros querría.

"Deseaban mis parientes casarme en esta sazón
con una doncella rica, hija de don Pepión;
a todos di por respuesta que no la querría, no.
¡Mi cuerpo será de aquella que tiene mi corazón!"

Luego, hablando en voz baja, dije que disimulaba
porque toda aquella gente de la plaza nos miraba;
cuando vi que se marchaban y que ya nadie quedaba
comencé a decir la queja de amor que me lastimaba.

1. LOCALIZACIÓN DEL TEXTO
Nos disponemos a analizar un fragmento perteneciente al Libro de Buen Amor, obra de Juan Ruiz, arcipreste de Hita. De este libro se conservan manuscritos con dos versiones distintas: una de 1330 y la otra de 1343. Respecto del autor, conviene señalar que se conocen pocos datos de su vida. Al parecer, debió de nacer hacia 1295, hijo ilegítimo de un noble castellano cautivo en tierras musulmanas. Posiblemente fue clérigo de la diócesis de Toledo y miembro de los tribunales eclesiásticos encargados de juzgar la vida licenciosa de los sacerdotes. Tal vez de ahí tomara datos interesantes para su libro.
El Libro de Buen Amor es una obra de contenido diverso, muy heterogéneo, con un hilo narrativo que se ve muchas veces interrumpido por fragmentos de distinta índole. El argumento principal lo constituyen una serie de aventuras amorosas de carácter autobiográfico con distintas mujeres: doña Cruz, las serranas, doña Garoza… Se alternan éxitos y fracasos, aunque abundan más los segundos. En concreto, el fragmento que aquí comentamos pertenece a uno de los episodios amorosos del protagonista convertido ahora en don Melón de la Huerta, quien trata de conseguir los amores de la joven viuda doña Endrina. Se trata de la reelaboración del Pamphilus de amore, comedia latina del siglo XII. Es uno de los episodios más logrados de la obra y en él aparece un personaje fundamental en nuestra Literatura, Trotaconventos, precedente de Celestina.
La obra se puede enmarcar en el Mester de Clerecía, por el uso que hace de la métrica (utiliza la cuaderna vía en casi la totalidad del libro), su carácter didáctico y por el uso cuidado y meditado del lenguaje. Sin embargo, son destacables determinados rasgos que acercan a la obra al Mester de Juglaría, de ahí que se haya afirmado que Juan Ruiz era un clérigo ajuglarado.
Respecto al género, el Libro de Buen Amor pertenece al género narrativo-didáctico, pues este parece ser el fin último de la obra, según expone el autor en el prólogo: dar ejemplo para aconsejar sobre el “buen amor” y advertir de los peligros del “loco amor” (o amor carnal). Sin embargo, la obra también presenta rasgos propios del género lírico (subjetividad, expresión de sentimientos, uso de figuras retóricas, uso de palabras con valor connotativo…).

2. ANÁLISIS DEL CONTENIDO
El tema principal del fragmento es el deseo de don Melón de expresar su queja de amor a doña Endrina. Como temas secundarios, se distingue el miedo a las habladurías de la gente (“Hablar con mujer en plaza es cosa muy descubierta/ es bueno disimular, echar alguna cubierta/ pues sólo en lugar seguro se puede hablar cosa cierta”), y la importancia del dinero entre las clases burguesas (“Deseaban mis parientes casarme con una doncella rica, hija de don Pepión”).
Respecto a los tópicos literarios presentes en el texto, podemos diferenciar los siguientes: loco enamorado, ya que el protagonista parece perder la razón por el amor de la amada (“acometiéronme muchos miedos y temblores/ los mis pies y las mis manos no eran de sí señores/ perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores/ apenas era yo mismo/ mis ideas no conseguían seguir”…); y quejas del enamorado (“Cuando vi que se marchaban/ comencé a decir la queja de amor que me lastimaba”).
El fragmento presenta una clara estructura narrativa que se puede dividir en las siguientes partes:
Planteamiento (versos 1-8): don Melón expresa lo que siente cuando ve a doña Endrina en la plaza y cómo pierde el control de sus acciones.
Nudo (versos 9-26): con la excusa de darle recuerdos de su sobrina, don Melón se acerca a la dama intentando disimular ante toda la gente que los mira.
Desenlace (versos 27-28): finalmente, cuando todos se marchan, el protagonista expresa su queja de amor a doña Endrina.
La estructura del fragmento es lineal, pues la acción se desarrolla en orden cronológico. Sin embargo, el hilo narrativo se ve interrumpido en la estrofa cuarta, en la que el autor introduce una reflexión de carácter didáctico acerca de cómo hablar a una dama en un lugar público.
En cuanto al narrador, se utiliza la primera persona protagonista, lo que lleva a interpretar el texto (y la obra) como una autobiografía del arcipreste, aunque ello nunca fue corroborado. Los personajes que aparecen en este fragmento son don Melón, protagonista y personaje arquetípico que parece encarnar una caricatura del “loco enamorado”; doña Endrina, que representa la dama delicada por la que suspira el galán; don Pepión, personaje que simboliza la nueva burguesía y que sólo es mencionado en el texto; y la gente de la plaza como personajes fugaces. Como vemos, los personajes se corresponden con el tono humorístico que predomina en la obra, en este caso, disfrazado en los nombres elegidos para los amantes (nombres de frutas) y el de don Pepión (nombre de moneda, en representación de su riqueza).

3. ANÁLISIS DE LA FORMA
El análisis métrico nos muestra el uso de la cuaderna vía, estrofa característica del Mester de Clerecía, aunque los versos en su mayoría son hexadecasílabos, según se detalla a continuación:

¡Ay, Dios, cuán hermosa viene 8 doña Endrina por la plaza! 8 (16) A
¡Ay, qué talle, qué donaire, 8 qué alto cuello de garza! 7 (15) A
¡Qué cabellos, qué boquita, 8 qué color, qué buenandanza! 8 (16) A
Con saetas de amor hiere 8 cuando los sus ojos alza. 8 (16) A

Pero tal lugar no era 8 para conversar de amores; 8 (16) B
acometiéronme luego 8 muchos miedos y temblores, 8 (16) B
los mis pies y las mis manos 8 no eran de sí señores, 7 (15) B
perdí seso, perdí fuerza, 8 mudáronse mis colores. 8 (16) B

La rima es consonante, si bien en la primera estrofa los versos riman en asonancia.
Algunas figuras literarias que se pueden identificar en el fragmento son las siguientes:
Exclamación retórica y anáfora en los dos primeros versos: “¡Ay, Dios…/ ¡Ay, qué talle…”.
Exclamación retórica, paralelismo (determinante exclamativo + sustantivo) y enumeración: “¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandanza!”. También se observa aquí el asíndeton.
Metáfora: “¡qué alto cuello de garza!”, “con saetas de amor hiere…”.
Hipérbaton: “Unas palabras tenía pensadas para le decir”.
Exclamación retórica: “¡Mi cuerpo será de aquella que tiene mi corazón!”.
Por otro lado, merece especial mención el uso de rasgos juglarescos en la obra del arcipreste. En este fragmento en cuestión aparece el estilo directo, lo que otorga frescura al texto y lo acerca al “habla viva” del pueblo. El empleo del refrán (“mal perro atado está tras la puerta abierta”) tiene el mismo sentido que el empleo del estilo directo, pues se trata de un rasgo característico de los juglares. En esta misma línea, el uso del diminutivo (“boquilla”) también es propio del habla popular.
Por último, la tipología textual predominante es la narrativa, aunque también aparece la descriptiva en la primera estrofa, cuando don Melón alaba la belleza de doña Endrina.

4. EL TEXTO COMO COMUNICACIÓN
Al tratarse de un poema lírico-narrativo, una de las funciones predominantes será la poética (recursos retóricos, desviación del lenguaje común…) y la expresiva (modalidad exclamativa, uso de la primera persona del singular, diminutivos y términos valorativos). Mención especial merece la función apelativa que se aprecia en la estrofa cuarta y que condensa la enseñanza que pretende transmitir el arcipreste: “hablar con mujer en plaza es cosa muy descubierta/ es bueno disimular, echar alguna cubierta,/ sólo en lugar seguro se puede hablar cosa cierta”.
La reacción que provoca en el lector parece ser el divertimento, dado el carácter humorístico e hiperbólico de la situación que se narra: el protagonista, con nombre cómico, al igual que los demás personajes, se comporta de un modo exagerado y caricaturesco ante la dama. Ello es propio del estilo de Juan Ruiz, que supo conjugar en su obra lo burlesco y lo serio, lo profano y lo religioso.
No se sabe con exactitud cuál era la intención real del arcipreste al escribir su obra, si advertir del “mal amor” o si prestar consejos para conseguir “unión con hembra placentera”, como expone en una de sus primeras estrofas. En el fragmento analizado, por ejemplo, parece que su intención es enseñar acerca de cómo acercarse a una dama en un lugar público para poder conseguir sus amores sin ser descubierto. Pero también podríamos interpretar que se emplea la burla y el humor para captar la atención de quien lee y advertirle de las consecuencias nefastas del “loco amor”.

5. CONCLUSIONES
El fragmento comentado es buena muestra del carácter vitalista de la obra del arcipreste, en la que se advierte una menor importancia de la imagen de Dios y aparece como tema principal el amor profano. Sin embargo, las continuas alusiones al “buen amor” (amor divino) frente a los consejos para cultivar el “loco amor” constituyen una ambigua intencionalidad que hacen de esta obra una de las cumbres del nuevo Mester de Clerecía del siglo XIV.

14 comentarios:

  1. Excelente análisis. Felicitaciones.

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  2. ME encanta. Eres una persona que entiende bien estos textos. Felicidades

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  3. quieres que te la enseñe? te la enseño ahorita si quieres

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  4. SOLO PUEDO DECIR.VIVA ESPAÑAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAALAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

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